Lo primero que hice nada más
aterrizar en el puerto espacial de Tayte fue coger un pasaporte
que alguien se había olvidado en uno de los asientos de la
sala de espera (no puedo evitarlo). Salí del edificio y me
dediqué a dar vueltas por la ciudad en busca de un bar donde
echar un trago. Pero el establecimiento que de veras me llamó
la atención fue uno llamado "Paradise", y no porque hubiera
un bello cuerpo de mujer en su escaparate. Decidí entrar,
pero el gorila de turno me pidió mi documentación.
Le entregué el pasaporte que había encontrado, y conseguí
entrar, después de descubrir que ahora me llamaba Carmen.
CHICAS
BONITAS
Ya dentro, hablé con la que
perecía la dueña del negocio, y le pregunté
dónde podía conseguir algo de dinero. Me dijo que
la cosa estaba difícil, así que le pregunté
si podía hacer algo por ella. La respuesta fue afirmativa,
ya que necesitaba recuperar un jarrón que había
empeñado a un prestamista. Si yo lo conseguía, recibiría
una buena recompensa.
Antes de salir del local, cogí
un bastón, un perfumador y un chicle que la recepcionista
dejaba en la esquina de su mesa. Quizá me fueran útiles.
Además, repito que no puedo evitar apropiarme de todo lo
que veo. Me dirigí entonces a otro bar situado a la derecha
del "Paradise". Allí, le "quité" un boleto de préstamo
a un tipo barrigudo que estaba sentado en la barra y recogí
de una mesa un frasco con su tapa. Tapé el frasco y me
lo guardé. Pedí al camarero mi ansiado trago, pero,
para variar un poco, me pidió el dinero por adelantado.
La cosa estaba clara: había que conseguir algo de pasta.
TIPOS DUROS
Me dirigí al antro del prestamista,
situado al fondo de la calle, y le entregué el boleto que
le había "distraído" al tipo del bar. Recibí
a cambio una antigua máquina de fotos. Me fijé entonces
en el jarrón de la nena del "Paradise", e intenté
"sustraerlo". Cosa imposible, aunque antes de devolverlo a su
sitio, saqué de él una envoltura de chicle. Ya lo
recuperaría más tarde...
Revisando la cámara de fotos,
me di cuenta de que estaba descargada, así que encaminé
mis pasos a través de un callejón oscuro donde había
un mendigo, hasta llegar a una especie de carrito ambulante de
perritos calientes. Por el camino recogí una bolsa, una
lata, una manguera, una lata de aceite, y un huevo que alguien
había tirado a la basura situada junto al chiringuito.
Pues bien, en uno de los costados del puesto, encontré
un enchufe donde recargué la cámara. Además,
hablé con un "motero" que andaba buscando no se qué
adorno para su moto. De vuelta al callejón, hice lo más
sucio del mundo: disparé con la cámara al mendigo
y, mientras éste estaba deslumbrado, le robé su
sombrero, que contenía algo de dinero.
Luego, entré de nuevo en el
antro del prestamista, y metí el jarrón en la bolsa
que había encontrado en el callejón. Esta vez sí
lo había conseguido, así que se lo entregué
a la jefa del club "Paradise". Le tuve que recordar lo de la recompensa,
y al final me dio un extraño adorno. Pensé que podía
ser el del "motero", así que se lo llevé. Efectivamente,
era lo que él andaba buscando. De nuevo tuve que hablar
con el "motero" para recibir algo a cambio, esta vez el chaleco
de su colega, formado por mitades de monedas, que guardé
en mi bolsa.
Ahora sí que iba a tomar un
trago en el bar, a la salud del pobre mendigo. Me senté
tranquilamente en el último taburete de la barra y le di
el dinero al camarero. Mientras me tomaba mi cerveza, presencié
un violento ajuste de cuentas entre bandas locales. Al final de
la matanza, pude recoger del suelo el extraño anillo reflector
que había utilizado uno de los matones.
Bien, había gastado el poco
dinero que tenía y sólo me quedaba una moneda. Debía
conseguir más, así que me metí en la estación
de metro de Bad Side (o "Lado Malo", no se podía llamar
de otra forma), para viajar un poco. Pero antes de entrar al andén,
había que franquear unos torniquetes. Mi ingenio me hizo
envolver la moneda que me quedaba en el papel de chicle que tenía,
y conseguir así una ficha para pasar al metro.
En una de las máquinas del
andén, me fijé en un destornillador que estaba atascado.
Utilicé mi lata de aceite para soltarlo, y me lo metí
en el bolsillo. Además del destornillador, me hice con
un radiocasete.
Utilicé el destornillador
un poco más tarde sobre el camarero-robot del bar, para
sacar de él un circuito impreso que conecté al radiocasete.
De esta forma construí un control remoto, que usé
para deshacerme del robot guardián del muelle, más
allá del garito de los perritos calientes. Así,
conseguí apoderarme de una gorra de capitán que
estaba sobre la barandilla de un yate.
Le enseñe la gorra al prestamista
y me la cambió por una alfombra voladora "auténtica".
PRÓXIMA
ESTACIÓN: THE HILL
Volví al metro y me introduje
en el primer tren que vino. Dentro del vagón encontré
un aerosol (típico). Me fijé en las estaciones y
me di cuenta de que se trataba de una línea circular con
estaciones: Bad Side, SpacePort, The Hill, Regurgi y East Eruk.
Pues bien, me bajé en The Hill y me dispuse a conseguir
algo de dinero, visitando a uno de los mafiosos más renombrados
del lugar.
Su finca estaba al final de la calle,
rodeada por una valla, junto a la que cogí un champiñón,
y protegida por un sistema de circuito cerrado. Mostré
a la cámara el anillo reflector conseguido tras la refriega
de matones, y dije que quería devolverlo. Las puertas se
abrieron, y penetré en los dominios de un tal Git Savage,
al que encontré en su casa acompañado por la que
sin duda era su mujer legítima. Le entregué el anillo,
y le pregunté si tenía trabajo para un ladrón
como yo. De esta manera, acepté una misión que consistía
en robar tres cosas: un huevo de un pájaro alienígena
llamado "Kahoula", una escultura de un tal Renato Spangle, y unos
bonos de banco. Le pedí más información,
y me dijo que el huevo lo encontraría en el zoo local,
la escultura en la galería Stoneybridge y los bonos en
el sótano del Citycitybank. Si conseguía estos tres
objetos, Git compartiría beneficios conmigo.
Al menos ya sabía la manera
de conseguir pasta, así que puse manos a la obra.
TRES OBJETOS
Nada más salir de la casa
del mafioso, me encontré ante la puerta de la galería
de arte. Entré y cogí una "obra de arte", en forma
de bolita. Conecté entonces la manguera del callejón
al spray del metro y disparé la bolita contra la vitrina
central de la galería, que era la que contenía la
escultura que me interesaba. El primer tiro no salió muy
bien, así que recogí de nuevo la bolita y lo intenté
otra vez. Luego puse la "auténtica" alfombra voladora a
los pies de la vitrina, y disparé por tercera vez. La estatua
cayó sobra la alfombra y no tuve más que recogerla
y entregársela al capo. Sólo me quedaban dos objetos
para ser rico.
Me metí en el metro y me apeé
en la siguiente estación (Regurgi). Salí a la calle
y encontré un puesto de perritos calientes abandonado.
Cogí un perrito caliente y llené mi frasco de mayonesa.
Con el frasco, logré atrapar una mosca que revoloteaba
por allí (qué cosas).
Luego entré en... ¡la
policía! Sí, y eso que no es mi lugar favorito.
Pues bien, hablé con el sargento encargado y le pregunté
que qué tal andaban las cosas por la zona. Me contó
una historia sobre drogas. Yo me interesé por el tema (está
bien, puse el puntero encima de la palabra "droga"), y al final
recibí una bolsa de harina, que había sido confundida
por la sustancia estupefaciente. Salí de la policía
y me introduje en la puerta de al lado. Resultó ser un
banco, más exactamente, el banco donde se encontraban los
bonos que debía conseguir.
Hable a una de las ventanillas y
apareció una chica preguntándome qué quería.
Le respondí que abrir una cuenta, y ella me dijo que necesitaba
ingresar una cantidad en metálico. Le enseñé
la bolsa con el chaleco del "motero". La bolsa no cabía
por la ventanilla, así que llamé al timbre de la
puerta de las oficinas y se la entregué a otro empleado.
Llamé de nuevo al timbre y, mientras el empleado abría
la puerta, aproveché para poner mi chicle en la cerradura.
De esta forma, pude entrar a las oficinas y husmear es sus archivos,
gracias al destornillador. De los archivos obtuve un fichero con
un interesante número de cuenta, y un cianotipo con los
planos de la cámara acorazada del banco.
Salí del banco y bajé
al metro, para ir a la siguiente parada, East Eruk. Allí
se encontraba el zoo local. Entré y llegué a un
precipicio, al otro lado del cual se encontraba sin duda el huevo
que andaba buscando. Pero era imposible alcanzarlo. Junto a la
puerta del zoo, utilicé de nuevo el destornillador para
explotar el globo de un niño y conseguir así su
cordel. Quizá me fuera útil. La situación
no estaba muy bien que dijéramos: sabía dónde
estaban los bonos y el huevo, pero no podía conseguirlos.
EN EL ZOO
Para pensar mejor, cogí el
metro y me dirigí a los muelles. De repente, apareció
un camión de la basura, al que me subí sin pensármelo
dos veces. Después de todo, peor no podía estar.
El viaje acabó en el interior
de zoo. La suerte estaba cambiando. Del suelo recogí dos
trozos de viña y un palo. Junté uno de los trozos
con el palo y obtuve una especie de garfio. Hice lo mismo con
el bastón del club "Paradise" y el cordel del globo, con
lo que conseguí un arco.
Debía pasar por el precipicio
de mi izquierda, pero un monstruo me impedía cruzar. Utilicé
el perfume contra él. Luego, junté el arco con el
garfio, y disparé al techo, encima del montículo
donde estaba el monstruo. Me deslicé cual Tarzán
hacia el otro lado del precipicio, y continué andando hasta
encontrarme con una voraz planta carnívora, a la que dejé
satisfecha con mi perrito caliente. Al final del sendero se encontraba
el nido con el huevo alienígena. Lo intercambié
por el que había encontrado en la basura y regresé
a la liana.
Tras cruzar de nuevo el precipicio,
descubrí una trampilla retirando un montón de paja.
Abrí la puerta metálica, até el trozo de
viña que me quedaba a una argolla y descendí por
el agujero. Me encontraba en las alcantarillas de la ciudad, donde
seguramente estaba la cámara acorazada del banco. Utilicé
dos veces el cianotipo del banco hasta llegar a la pared que cubría
la cámara acorazada del banco. Allí deposité
el champiñón, y utilicé el frasco con la
mosca. Se produjo una explosión, que dio como resultado
la apertura de un agujero en la pared. Así, entré
en el interior del banco, y, gracias a la harina, pude librarme
de los rayos láser invisibles que protegían los
preciados bonos.
Con el huevo y los bonos, salí
de nuevo a las alcantarillas y me metí por un túnel
que conducía directamente a la estación de metro
East Eruk. Cogí el primer tren y me dirigí a The
Hill, para entregar los dos objetos a Git el mafioso. Así
lo hice tras hablar con la cámara de seguridad de la finca
del matón. Y cuando ya esperaba mi ansiada paga, lo que
recibí fue una soberana paliza, que, encima, me hizo dar
con mis huesos en la cárcel, con una condena de 200 años.
Así es la vida.
EN
LA PRISIÓN DE ALACASELTZ
Fui encarcelado en Alcaseltz, la
prisión más segura de todo el sistema intergaláctico.
Me encontraba en una solitaria celda cuyo único mobiliario
era una cama. Me senté en ella, y como caído del
cielo, apareció por la ventana un extraño dispositivo.
Desde luego, todo esto era muy extraño. Era como si alguien
quisiera que siguiera con mi aventura.
Cogí el dispositivo y leí
un mensaje que portaba: "Señalar al muro y pulsar el botón.
Luego buscar un espacio abierto y pulsar otra vez." Seguí
las instrucciones. Cogí el extraño aparato, señalé
al muro de mi celda, y pulsé el botón. En décimas
de segundo, se abrió un amplio boquete. Penetré
por él hasta la celda contigua. Así conocí
a Narm N'Palm, otro recluso, aficionado al armamento militar.
Me fijé en el suelo de su celda y descubrí un felpudo
que, tras retirarlo, descubrió un pasadizo subterráneo
en forma de laberinto.
Logré solventar el laberinto
gracias a un plano que dibujé y que te enseño, de
recuerdo. Una vez fuera del laberinto, me desplacé a la
derecha hasta encontrar un espacio abierto, como indicaba el mensaje
del aparatito. Lo volví a utilizar, y nos transportó
a Narm y a mí a una extraña nave.
UNA NUEVA MISIÓN
Resultó ser una nave de la
Federación. Allí hablé con un agente, que
me informó de una misión que yo debería llevar
a cabo. Consistía en desplazarme al planeta Shmul y arrebatar
a su dictador, un tal P'PauD'P'Pau, un arma llamada "Transatron",
con la que pensaba destruir la Federación. Al menos los
agentes no tenían nada que ver con Hacienda. Menos mal.
Me introduje entonces disfrazado
de turista, en un gran transbordador espacial con destino a Shmul.
En el camarote en el que me encontraba, cogí unas flores
de un florero y salí al pasillo. Entregué las flores
a una pareja de recién casados y le "birlé" la cartera
al marido. De ella saqué un pasaporte y una tarjeta de
crédito. Me dirigí entonces al bar, para tomar algo.
Me lo tenía merecido. Hablé con el camarero y, tras
mostrarle la tarjeta de crédito y el pasaporte me sirvió
la botella de güisqui más grande que tenía.
Me la bebí de un sólo trago. Así me pasó:
estuve el resto del viaje inconsciente.
EN SHMUL
Estábamos
ya en Shmul. Hablé con Narm y le dije que distrajera un
poco a una vieja mientras yo le "levantaba" su estola de visón.
Claro, como no puedo evitarlo...
Acto seguido, me desplacé
al oeste para ver el pueblo. Entré primero en la tienda
de la derecha, que era algo así como una ferretería.
Lo primero que hice fue "volar" un destornillador (el objeto más
útil que había visto nunca). Luego hablé
con el propietario. Lo primero que le dije es que si tenía
algo gratis. Me dio entonces una caja de viejos componentes electrónicos.
Hablé de nuevo con él y le pregunté si era
seguidor del dictador P'PauD'P'Pau. Me dijo que no, y me dio otro
objeto: un libro con las normas de etiqueta del palacio del dictador.
Leyéndolo me enteré de la gran dote que recibiría
quien se casase con la hija de P'PauD'P'Pau, además de
averiguar la contraseña para entrar a palacio. Esta era
"Akimbo".
Antes de salir de la tienda, utilicé
el destornillador para abrir la caja de componentes. Junté
éstos con la estola de la vieja para construir una especie
de perro mecánico. Supuse que me serviría más
tarde.
Salí por fin de la tienda
y entré en el bar que estaba en frente. Allí conocí
a Eugenio Cringe, un técnico de laboratorio enamorado de
la princesa Despi, la hija del dictador. Al final hicimos un trato.
Si le entregaba una carta de amor a la princesa de parte de Eugenio,
él luego haría lo que yo le pidiese.
Fui entonces a los aposentos de la
princesa, que se encontraban calle abajo, hacia la izquierda.
Hablé con la guardia y les dije la contraseña. Entré
sin ningún problema. Una vez dentro, me dirigí hacia
la izquierda, hasta ver la caseta de un perro guardián.
Usé entonces mi perrito mecánico para distraer su
atención y penetrar por una arcada en los jardines de palacio.
El balcón de los aposentos de la princesa se encontraban
en lo alto del palacio, así que tuve que escalar un rosal
para llegar hasta ella.
Entonces fue cuando la vi. Hermosa,
bella, maravillosa, preciosa..., ¡me enamoré, señoras
y señores! Después de halagarla un rato, le dije
que le traía una carta, pues no confiaba en el servicio
de correos. Al final, quise invitarla a cenar y rompí la
carta de su admirador. Y no, no me arrepiento.
Volví entonces al bar para
hablar con el técnico de laboratorio. Menuda bola le largué:
le dije que había entregado su carta, que Despi creía
que era un Dios griego, y que se encontraría con ella en
sus aposentos aquella misma noche. A cambio, le pedí un
juego de llaves para entrar en el laboratorio y robar el arma
secreta. Eugenio me recomendó que entrara de noche en el
laboratorio disfrazado de guardia, para no ser reconocido, y me
entregó las llaves. Todo iba viento en popa, pero..., pero,
¿qué iba a pasar con el pobre de Eugenio?
DE
NUEVO EN PRISIÓN
Busqué a Narm y lo encontré
en la terminal de equipajes. Le dije que me consiguiera un uniforme
de la guardia. Al rato me lo trajo. Luego volví a hablar
con él y le dije que tenía un plan, pero que él
debería ayudarme. El plan tenía que ver con Eugenio,
y no sé hasta qué punto resultó.
El caso es que, yo mientras me coloqué
el uniforme y me dispuse a entrar en el laboratorio. Pero cuando
ya estaba dentro, me apresaron.
Menos mal que examinando con lupa
la ventana de mi nueva celda, encontré a Narm. Le dije
entonces que le pidiera a la princesa que me ayudara, y le redacté
un poema de amor para que se lo dijera de mi parte. Para la confección
del poema, utilicé las palabras más dulces que se
me ocurrieron, dejando de lado las obscenidades que venían
a mi mente cuando pensaba en su cuerpo.
El mensaje surtió efecto,
ya que Despi me libró de la tortura y me dejó marchar.
Me reuní con ella un poco más tarde en el bar y
le dije que me contara dónde podría encontrar el
"Transatron". Me dijo que no existía tal cosa, y que lo
único que su padre llevaba en secreto era un extraño
cristal púrpura del tamaño de un puño que
el dictador siempre llevaba encima. Le pregunté dónde
se encontraba su padre, para "levantarle" el cristal, y me dijo
que en Skycity, una fortaleza a la que sólo se podía
acceder viajando en una nave especial. La única posibilidad
de colarse en la nave sin ser descubierto era conseguir una autorización
especial para equipajes, ya que de esta forma, no eran revisados.
Despi me consiguió la autorización.
Encontré luego a Narm junto
al laboratorio y le pedí que me consiguiera un cajón
en el puerto espacial. Yo esperé un rato y me dirigí
hacia allí.
Puse la autorización en el
frontal del cajón y hablé con Narm, que estaba dentro.
Me introduje yo también en el cajón y fuimos subidos
a una nave.
Al cabo de unos días decidimos
cambiarnos de lugar, por si acaso. Al final, nos metimos en una
pequeña nave de auxilio. Pero como Narm no se podía
estar quieto, apretó un botoncito, y fuimos a caer junto
a la base de Skycity. Tuvimos que utilizar las escaleras para
llegar a lo alto.
SKYCITY
Una vez arriba, me dirigí
al hangar de naves por la puerta de la derecha. Allí encontré
una palanca. Seguí caminado y, en la sala de mandos, hable
con Despi. Me contó que el extraño cristal servía
para acceder a las cuentas secretas del SIDF, hacienda, y transferir
dinero ilegalmente. El cristal lo había escondido su padre
en algún lugar de la fortaleza.
Regresé junto a Narm. En esa
misma sala, retiré un cajón que tapaba una puerta
y entré por ella, hasta llegar a una especie de almacén.
Tuve que saltar hasta un nivel inferior, donde utilicé
la palanca con otro cajón de madera para sacar de él
un globo y una botella de gas. Además, me fijé en
un extraño zócalo de almacenamiento. Pero para abrirlo,
necesitaba un pase. Decidí pedírselo a Despi, pero
antes tenía que salir de allí. Inflé entonces
el globo con la botella y, gracias a la ayuda de Narm, pude regresar
al lado de la princesa. La encontré donde la había
dejado, en la sala de mandos, y le pedí su tarjeta de código.
Volví con la tarjeta al almacén y la usé
sobre el zócalo. Al momento, tenía el cristal púrpura
en mi poder.
Llevé el cristal a la sala
de mandos y lo situé sobre el centro de la consola. Intenté
hacerlo funcionar pulsando uno de los dos grandes botones amarillo,
pero fue imposible. Yo no sabía manejarlo. Salí
de la habitación y regresé al rato.
Me llevé una desagradable
sorpresa cuando me encontré cara a cara con P'PauD'P'Pau.
Éste me contó que yo había servido de marioneta
a los de la Federación, ya que ellos querían alterar
cuentas suyas ilegales del SIDF. Le aposté entonces a que
el cristal no funcionaba, pero como no tenía un duro, se
rió de mí. Pensé entonces en Despi, y le
pedí que se casara conmigo. De esta forma, pude apostar
su dote.
P'PauD'P'Pau accionó entonces
el cristal y..., bueno, algo extraño ocurrió. Pero
no os lo voy a contar ahora. De hecho, ando ya metido en otro
follón. Ya os contaré, ya...